¿Qué es el perfeccionismo y cómo afecta a nuestra salud mental?

Iñaki Estellés Frade

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¿Qué es el perfeccionismo?

El perfeccionismo, más allá de ser una simple búsqueda de hacer las cosas bien, es una forma de pensar y comportarse que puede volverse muy exigente y perjudicial. Las personas perfeccionistas creen que deben rendir al máximo en todo momento y que cualquier resultado que no sea perfecto es inaceptable. Además, tienden a fijarse únicamente en las señales que les indican que no alcanzaron sus estándares, ignorando los logros reales que pudieron haber obtenido.

Este patrón de percepción y pensamiento hace que, con frecuencia, se sientan insatisfechas con su rendimiento, ya que se imponen metas tan elevadas que resultan imposibles de cumplir. En otras palabras, su propio nivel de exigencia se convierte en una fuente constante de frustración.

Dimensiones del perfeccionismo: más allá de una sola cara

Durante mucho tiempo se pensó que el perfeccionismo era una característica simple, con una sola dimensión. Sin embargo, estudios más recientes han mostrado que se trata de un fenómeno complejo y con varias facetas. Es decir, no todas las formas de perfeccionismo son iguales, y no todas tienen las mismas consecuencias.

Al profundizar en los estudios existentes sobre el perfeccionismo, un grupo de investigadores llegó a una conclusión interesante: el perfeccionismo no es un concepto simple ni único. De hecho, identificaron seis dimensiones distintas que lo componen. Estas son las seis facetas más relevantes:

  1. Preocupación por los errores: Las personas perfeccionistas tienden a reaccionar de forma muy negativa cuando cometen errores. Para ellas, equivocarse es sinónimo de fracasar.

  2. Dudas sobre sus acciones: A menudo se cuestionan si hicieron algo bien o si podrían haberlo hecho mejor. Esta inseguridad constante puede generar ansiedad y bloqueo.

  3. Estándares personales muy altos: Se imponen metas extremadamente exigentes y consideran que su valor personal depende de alcanzarlas. Esto puede llevar a una autoevaluación muy dura.

  4. Expectativas parentales: Muchas personas con tendencias perfeccionistas sienten que sus padres esperan demasiado de ellas, lo que puede haber influido desde la infancia en su forma de verse a sí mismas.

  5. Críticas parentales: Además de las expectativas, también es común que perciban a sus padres como especialmente críticos, lo que refuerza la necesidad de hacerlo todo bien.

  6. Necesidad de orden y organización: Le dan gran importancia a mantener todo bajo control y en su lugar. Esta dimensión puede parecer más positiva, pero también puede volverse rígida o excesiva.

Además de las seis dimensiones mencionadas anteriormente, otros investigadores han propuesto una forma diferente de entender el perfeccionismo, dividiéndolo en tres grandes categorías. Estas se centran no solo en cómo nos exigimos a nosotros mismos, sino también en cómo nos relacionamos con los demás:

  1. Perfeccionismo auto-orientado: Es la tendencia a imponerse estándares extremadamente altos y a evaluar de manera muy estricta el propio comportamiento. Las personas que se identifican con esta forma de perfeccionismo suelen ser muy críticas consigo mismas, lo que puede llevarlas al agotamiento emocional y a la frustración constante.

  2. Perfeccionismo orientado hacia los demás: En este caso, la persona espera que quienes la rodean (pareja, familia, compañeros de trabajo) actúen de forma perfecta y cumplan con expectativas poco realistas. Esta visión puede generar conflictos en las relaciones personales, ya que se basa en juicios rígidos hacia los demás.

  3. Perfeccionismo socialmente prescrito: Aquí, la persona cree que los demás tienen expectativas excesivamente altas sobre ella y que su comportamiento está siendo constantemente evaluado. Esto puede provocar ansiedad, estrés y una sensación de nunca estar a la altura, incluso cuando no hay evidencia clara de esas presiones externas.

Pensamientos comunes en el perfeccionismo : rasgos cognitivos

A menudo, quienes tienen tendencias perfeccionistas presentan ciertos patrones mentales que refuerzan la autoexigencia y dificultan una visión más realista o compasiva. Algunos de los más comunes son:

  • Pensamiento de “todo o nada”
    Ver las cosas en términos absolutos: o es perfecto, o es un fracaso.

  • Estándares poco realistas y rígidos
    Expectativas extremadamente altas que no permiten flexibilidad ni margen de error.

  • Elevar aún más los estándares una vez que se alcanzan
    Nunca es suficiente: cuando se logra una meta, inmediatamente se sube la exigencia.

  • Sobreestimar la probabilidad de que ocurran cosas negativas
    Anticipar constantemente el fracaso, la crítica o la desaprobación.

  • Subestimar la capacidad propia para afrontar lo negativo
    Creer que no se podrá manejar un error o una situación difícil, aunque en realidad se tengan los recursos para hacerlo.

  • Fijarse en exceso en los detalles
    Perder de vista el panorama general por estar obsesionado con que cada mínimo aspecto sea perfecto.

¿Cómo se relaciona el perfeccionismo con la salud mental?

El perfeccionismo no es solo una característica de personalidad exigente, sino que también puede estar profundamente relacionado con trastornos psicológicos. Uno de los estudios más reveladores, realizado por Frost y Shows en 1993, encontró que dos de las dimensiones del perfeccionismo —la preocupación por los errores y las dudas sobre las acciones— estaban fuertemente relacionadas con la indecisión compulsiva. Esta es una dificultad muy común entre personas con trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), y se caracteriza por la incapacidad de tomar decisiones por miedo a equivocarse.

Pero el impacto del perfeccionismo no se limita al TOC. También se ha identificado como un factor clave en el desarrollo y mantenimiento de la fobia social, un trastorno que afecta la forma en que las personas se relacionan en contextos sociales.

Según el modelo propuesto por Heimberg y su equipo en 1995, las personas con fobia social suelen compartir tres creencias perfeccionistas:

  1. Las situaciones sociales son peligrosas porque pueden derivar en humillación o rechazo.

  2. Solo si se alcanza un estándar social extremadamente alto, se puede evitar esa humillación.

  3. Ese estándar nunca se alcanza realmente, lo que genera un ciclo constante de ansiedad, frustración y evitación de situaciones sociales.

Este tipo de pensamiento perfeccionista no solo aumenta la inseguridad en los entornos sociales, sino que también refuerza la idea de que cualquier “fallo” es imperdonable, dificultando la espontaneidad y el disfrute en las interacciones cotidianas.

El perfeccionismo también se ha relacionado con distintos tipos de depresión, especialmente en la forma en que una persona se percibe a sí misma y sus relaciones. Existen dos formas principales de depresión con características muy distintas:

  • Depresión por dependencia:
    Se caracteriza por el miedo al abandono, sentimientos de impotencia y una necesidad intensa de depender de otra persona para sentirse querido, cuidado y protegido.

  • Depresión autocrítica:
    Está marcada por sentimientos de inferioridad, culpa, inutilidad y una fuerte tendencia a ser muy duro y crítico consigo mismo. Las personas con este tipo de depresión suelen sentir que han fallado a sus propios estándares o a las expectativas de los demás.

Ambas formas de depresión se han observado tanto en personas con trastornos psicológicos como en adultos sin diagnósticos clínicos, lo que indica que estos patrones pueden estar presentes en distintos niveles de intensidad.

Dado lo que sabemos sobre el perfeccionismo, existe una conexión más fuerte entre el perfeccionismo y la depresión autocrítica. En particular, se ha observado que las personas que puntúan alto en las escalas de preocupación por los errores y dudas sobre sus acciones (dos dimensiones clave del perfeccionismo) son más propensas a experimentar este tipo de depresión. Esto refuerza la idea de que el perfeccionismo no solo está relacionado con la autoexigencia, sino también con una lucha más profunda: la sensación constante de no ser suficiente, de fallar, de decepcionar… incluso cuando objetivamente no es así

Aunque parezca contradictorio, una característica que a menudo se asocia con el perfeccionismo es la procrastinación. Es decir, dejar las cosas para más tarde o posponer tareas importantes.

¿Por qué ocurre esto en personas que, en teoría, quieren hacerlo todo perfecto? La explicación está en el miedo al error. Muchas personas perfeccionistas postergan comenzar una tarea o tomar decisiones porque temen no poder cumplir con los estándares tan altos que se han impuesto. De este modo, la procrastinación se convierte en una forma de evitar un posible “fracaso”.

Al retrasar el inicio o la finalización de algo, se evita momentáneamente la ansiedad que produce la idea de no hacerlo perfecto. Pero a largo plazo, esto genera un círculo vicioso de frustración, culpa y estrés. Diversos expertos han planteado esta relación entre perfeccionismo y procrastinación como una forma de protección mental: “si no empiezo, no puedo fallar”. Sin embargo, esta estrategia termina siendo autodestructiva, ya que bloquea el avance y alimenta la sensación de insuficiencia.

¿Tus estándares son demasiado altos? Hazte estas preguntas

Reconocer el perfeccionismo en uno mismo no siempre es fácil. A menudo se confunde con el deseo de superación, responsabilidad o con una ética de trabajo fuerte. Sin embargo, hay una línea muy fina entre la exigencia saludable y la autoexigencia extrema. Aquí te dejo algunas preguntas que pueden ayudarte a identificar si tus estándares están cruzando esa línea:

  • ¿Mis estándares son más altos que los de la mayoría de las personas?
    Compararte con los demás no siempre es útil, pero si constantemente te sientes “más exigente que todos”, puede ser una señal de alerta.

  • ¿Soy capaz de cumplir con mis propios estándares? ¿Me frustro en exceso cuando no los alcanzo?
    Si tus metas son tan altas que rara vez las alcanzas, y además eso te genera ansiedad o culpa, probablemente estés cayendo en el perfeccionismo.

  • ¿Los demás pueden cumplir con mis estándares? ¿Me molesta demasiado cuando no lo hacen?
    El perfeccionismo no solo se dirige hacia uno mismo. A veces también esperamos que los demás sean igual de “perfectos”, lo que puede causar tensiones en nuestras relaciones.

  • ¿Mis estándares me ayudan a lograr mis metas o me entorpecen?
    Por ejemplo, ¿me siento demasiado frustrado o enojado cuando no los cumplo? ¿Me impiden avanzar o terminar tareas?

Conclusión

El perfeccionismo no es simplemente “querer hacer las cosas bien”; muchas veces es una forma silenciosa de sufrimiento, una trampa mental que impide disfrutar del presente, aceptar los logros y vivir con tranquilidad. Detrás de la constante autoexigencia suele haber miedo: miedo al error, al juicio, a no estar a la altura de las propias expectativas o las de los demás. Este patrón, que a veces se disfraza de motivación, puede volverse una cárcel interna donde nunca nada es suficiente, donde cada logro se minimiza y cada fallo se amplifica.

Con el tiempo, este estilo de pensamiento genera ansiedad, bloqueos, frustración, procrastinación, afecta la autoestima y las relaciones personales, incluso genera o mantiene problemas psicológicos. Lo que empezó como un deseo de superación se transforma en una presión constante que desgasta emocionalmente.

Si te has sentido identificado/a con lo que has leído y si sientes que tu exigencia interna te limita más de lo que te impulsa, puedes contactarme. Este tipo de patrones pueden cambiar con acompañamiento, conciencia y herramientas adecuadas.

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