Felicidad, satisfacción con la vida y bienestar psicológico
De que hablo cuando hablo de Bienestar
Iñaki Estellés Frade
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Vayamos con una cuestión central en el la vida de las personas y, por supuesto, en cualquier proceso de terapia: el bienestar. No hablamos simplemente de “sentirse bien” un día o de evitar el malestar ocasional. Hablamos de una experiencia más duradera y compleja.
Esta preocupación por el bienestar no es nueva. Tiene raíces en la historia de la filosofía, especialmente en la ética, donde se ha debatido durante siglos qué significa vivir una buena vida. De estas raíces han salido conceptos como eudaimonia, ataraxia o el sentido de la vida.
En este artículo, abordaremos esta cuestión desde la perspectiva de la psicología contemporánea, explorando dos de sus modelos más influyentes: el bienestar subjetivo y el bienestar psicológico. Ambos nos ofrecen herramientas valiosas para comprender cómo evaluamos nuestra vida, cómo gestionamos nuestras emociones y qué podemos hacer.
¿Qué es el bienestar subjetivo?
El bienestar subjetivo se refiere a cómo una persona evalúa su vida en términos generales. Es una medida subjetiva que está compuesto por dos elementos:
Felicidad: Es un balance que mide la proporción entre emociones positivas y negativas. Cuantas más emociones positivas se experimentan (alegría, entusiasmo), mayor será el nivel de bienestar subjetivo.
Satisfacción con la vida: es una evaluación más estable, a largo plazo y cognitiva. No depende tanto de cómo me siento hoy, sino de cómo valoro mi vida en general. ¿Estoy satisfecho con mis decisiones? ¿Me siento en el camino correcto?
Este enfoque del bienestar es consciente y evaluativo, y se construye día a día a través de nuestras acciones, decisiones y pensamientos. La relación entre la felicidad y la satisfacción con la vida suele ser tan alta que por eso se engloban dentro del bienestar subjetivo.
La felicidad: un balance entre afecto positivo y afecto negativo.
Para comprender mejor el bienestar subjetivo en su componente de felicidad es útil diferenciar entre afecto positivo y afecto negativo, dos dimensiones emocionales que influyen notablemente en nuestra calidad de vida.
El afecto positivo se refiere a estados o emociones de entusiasmo, energía, alerta y participación placentera en la vida. Una persona con alto afecto positivo suele sentirse motivada, concentrada y vital; cuando el afecto positivo es bajo predomina el enlentecimiento, aburrimiento, desgana o pesadez.
El afecto negativo está asociado a emociones como la ansiedad, el miedo, la culpa, la ira o el disgusto. Un bajo afecto negativo no significa indiferencia, sino más bien un estado de calma, seguridad y equilibrio.
Son dos polos que funcionan de manera independiente. Para gozar de un mayor bienestar subjetivo se buscaría aprender a regular el afecto negativo de forma saludable para reducirlo (no eliminarlo puesto que esas emociones cumplen una función adaptativa), y cultivar el afecto positivo.
La satisfacción con la vida: el papel de las expectativas
Uno de los componentes clave del bienestar subjetivo es la satisfacción con la vida, un aspecto más cognitivo y reflexivo del bienestar. Esta dimensión tiene que ver con cómo evaluamos nuestra vida en su conjunto.
La satisfacción con la vida se basa en un juicio personal: ¿se parece mi vida a la que deseo? ¿He conseguido lo que me propuse? En otras palabras, implica comparar lo que aspiramos a tener o ser con lo que efectivamente hemos alcanzado. Esta evaluación puede generar una sensación de realización personal o, por el contrario, una experiencia de frustración o insatisfacción.
Solemos evaluar nuestra satisfacción por áreas específicas como:
La vida familiar
El trabajo o carrera profesional
La salud física y mental
El tiempo de ocio y disfrute
Los ingresos o la seguridad económica
Las relaciones sociales
La relación con uno mismo
También puede extenderse al tiempo: cómo valoramos nuestro pasado, cómo nos sentimos respecto a nuestro presente y qué expectativas tenemos para nuestro futuro. Incluso puede incluir una dimensión más social: ¿Cómo percibo que los demás ven mi vida? ¿Estoy satisfecho con esa imagen?
¿Qué es el bienestar psicológico?
Si el bienestar subjetivo apunta a cómo evaluamos nuestras emociones y nuestra vida, el bienestar psicológico apunta hacia la interacción entre nosotros y el mundo. La psicóloga Carol Ryff propuso un modelo que describe el bienestar psicológico a través de seis dimensiones:
Autonomía: la percepción sobre nuestra capacidad para tomar decisiones propias y actuar según nuestros principios.
Dominio del entorno: la percepción sobre nuestra habilidad para manejar eficazmente el entorno y las demandas de la vida cotidiana.
Relaciones positivas: nuestra consideración sobre la calidad de nuestros vínculos interpersonales basados en la empatía, el afecto y el apoyo mutuo.
Crecimiento personal: sensación de desarrollo, aprendizaje y evolución.
Propósito en la vida: tener objetivos, metas y dirección.
Autoaceptación: reconocimiento y aceptación de uno mismo, con nuestras luces y sombras.
Según este enfoque, una persona con alto bienestar psicológico:
Se siente bien consigo misma, reconociendo sus errores y limitaciones. Hay aceptación de uno mismo y una actitud realista pero compasiva hacia la propia historia y personalidad.
Ha desarrollado un sentido de individualidad y autonomía. No vive en función de lo que los demás esperan.
Encuentra propósitos que unifican sus esfuerzos y metas. Vive con una sensación de dirección y sentido.
Mantiene una dinámica de aprendizaje, crecimiento y desarrollo. Abierta al cambio y al descubrimiento.
Ha construido y sabe mantener relaciones significativas y cálidas con los demás.
Bienestar y salud: una relación cada vez más clara
Las investigaciones más recientes en psicología de la salud han establecido con claridad que el bienestar no solo mejora la calidad de vida, sino que tiene un impacto directo sobre el cuerpo.
Entre los hallazgos más consistentes está la relación entre salud y las variaciones en el afecto positivo y negativo. Diversos estudios han mostrado que:
Un alto afecto positivo (sentimientos de entusiasmo, energía, motivación, alegría) y un bajo afecto negativo (menos ansiedad, culpa, ira o tristeza) están vinculados con:
Mejor salud cardiovascular
Mayor eficacia del sistema inmunológico
Recuperación más rápida de enfermedades
Por el contrario, un alto afecto negativo y bajo afecto positivo se asocian a:
Mayor incidencia de problemas cardíacos
Trastornos gastrointestinales
Disfunciones del sistema endocrino e inmunológico
Problemas sexuales
El afecto positivo no solo protege frente al desarrollo de enfermedades, sino que facilita la recuperación. Por ejemplo, se ha observado que personas con niveles altos de afecto positivo tienen hasta tres veces más probabilidades de recuperarse al año de sufrir un infarto, en comparación con quienes presentan niveles más bajos.
Por otro lado, la satisfacción con la vida, como componente del bienestar subjetivo, también tiene efectos sorprendentes. Estudios longitudinales realizados durante más de dos décadas han mostrado que quienes reportan mayor satisfacción vital viven más tiempo. La satisfacción con la vida puede, de hecho, predecir la tasa de mortalidad.
El bienestar psicológico también muestra una fuerte relación con la salud, especialmente en cómo enfrentamos el estrés. Las personas que desarrollan autonomía, propósito vital, relaciones sólidas y sentido de crecimiento personal utilizan mejores estrategias de afrontamiento, lo que reduce el impacto del estrés crónico en el cuerpo. Por ejemplo, se ha observado que esto se asocia con menores niveles de cortisol, la hormona del estrés.
Además, estos factores están profundamente ligados a la personalidad y los recursos psicológicos de cada individuo, los cuales también han sido relacionados con la salud física desde hace décadas. Todo esto sugiere que promover el bienestar no es solo un objetivo terapéutico o filosófico, sino también una estrategia preventiva y curativa en salud pública.
Conclusión
La felicidad es el término común que utilizamos para el bienestar, sin embargo, como vemos en este artículo el bienestar es algo más amplio. La felicidad implica más afecto y menos evaluación de la vida, una persona es feliz cuando en su vida predomina la experiencia positiva sobre la negativa. Una persona está satisfecha cuando considera que ha conseguido lo que buscaba. Y, por último, existe bienestar psicológico cuando nos sentimos bien con nosotros mismos incluso siendo conscientes de nuestras limitaciones, hemos desarrollo un sentido de individualidad y libertad personal, encontramos propósitos que unifican esfuerzos y metas, mantenemos una dinámica de aprendizaje y desarrollo, y hemos desarrollado y mantenido relaciones cálidas con otros.
El bienestar no es un estado que se alcanza de una vez y para siempre, ni algo que llega por casualidad. Es una construcción diaria, consciente y personal, que implica conocerse, compromiso, estrategias y práctica.
Todos estos estados son alcanzables y se pueden trabajar. La terapia psicológica es efectiva para ello. El más importante y con mayor relevancia para la salud es el de afecto positivo y negativo. Existen estrategias para reducir el afecto negativo y aumentar el afecto positivo, ganando calma, vitalidad y motivación, y así, mejorando la salud. La satisfacción vital puede trabajarse a través de metodologías cognitivo-afectivas. El bienestar psicológico son un conjunto de habilidades y herramientas prácticas que nos ayudan a cambiar la relación con nosotros mismos y el mundo.
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